Gelatina de leche con higos

Gelatina de leche con higos

por Miriam García

Esta gelatina de leche con higos es un postre de inspiración turca que recuerda un poco a la panna cotta italiana: se convierte la leche líquida en un sólido empleando gelatina, se aromatiza con agua de rosas o de azahar, se endulza y listo, ya tenemos una golosina perfecta para consumir con unos higos u otra fruta fresca a nuestro gusto.

Este postrecillo, precisamente porque se prepara con leche fresca casi sin ningún tipo de transformación, dura muy poco y además hay que envolverlo bien para que no se reseque. Pero no os durará mucho, descuidad… Vamos con él.

Ingredientes

  • 500 ml de leche entera Priégola
  • 15 g de gelatina neutra en polvo (5-6 hojas)
  • 50 g de azúcar glas
  • 1 cda. de agua de rosas o de azahar
  • Fruta fresca
  • Un chorrito de miel (facultativo)

Elaboración

  1. Forramos con plástico una fuente rectangular de unos 18×25 cm.
  2. Hidratamos la gelatina en agua fría unos minutos, según indiquen las instrucciones.
  3. Mientras tanto, ponemos la leche en un cazo y calentamos, pero sin que llegue a hervir. Añadimos la gelatina hidratada y removemos para que se disuelva.
  4. Agregamos el azúcar y el aroma. Vertemos en la fuente preparada y dejamos enfriar; cuando esté a temperatura ambiente metemos la fuente en la nevera, mejor tapada con plástico para que no coja olores. Dejamos que se asiente bien, mejor toda una noche.
  5. Cuando vayamos a servir, volcamos la preparación en una tabla o bandeja, levantamos el plástico, y cortamos rombos con cuidado, porque la gelatina queda bastante delicada.
  6. Servimos con higos frescos u otra fruta; podemos regar con algo de miel si nos gusta.

Y ya tenemos un postre fresco, sencillo, original y relativamente ligero con ingredientes sin complicaciones.


Receta de una buena "Leche Frita"

Receta de una buena "Leche Frita"

por Miriam García

Pocas cosas más ricas se pueden hacer con la leche que una buena leche frita. El origen de la leche frita es bastante incierto, aunque es fácil encontrarla en los recetarios antiguos del norte de la península: Castilla-León, Galicia y Santander, por poner algún ejemplo. Y como es habitual con los platos tradicionales, no pocos afirman con certeza absoluta que la que hace su madre o su abuela es la mejor del mundo. Un clásico.

La leche frita es una pasta sólida que se prepara con leche, harina y azúcar, aromatizada normalmente con canela, que se corta en porciones, se reboza y se fríe. A mí me recuerda sin duda a la elaboración de las croquetas, con las que tiene muchos puntos en común. El resultado es un bocado tan cremoso que casi parece de crema pastelera.

Como todos los postres tradicionales, tiene multitud de variantes, entre otros factores, unas fórmulas llevan yema de huevo para ayudar a cuajar la pasta y otras no, más valientes. En la presente receta sigo la fórmula sin yemas del maestro Martín Berasategui. Menudo postín, ¿no?

Ingredientes

  • 1 litro de leche entera Priégola
  • 200 g de azúcar
  • 1 palo de canela
  • 50 g de harina corriente
  • 50 g de Maizena
  • aceite de oliva suave
  • 2 huevos
  • harina adicional para el rebozado
  • azúcar y canela molida adicionales para espolvorear.

Elaboración

  1. Tomamos un cuarto del litro de leche y desleímos las harinas en él. Reservamos.
  2. Ponemos el resto de la leche con el azúcar y el palo de canela a hervir. Lo hervimos a fuego muy bajo un par de minutos, tapamos y dejamos infusionar un rato para que la canela aromatice bien la leche.
  3. Retiramos el palo de canela y agregamos al cazo la papilla de harinas. Llevamos de nuevo al fuego y cocemos por lo menos 10 minutos, sin parar de remover con cuchara de madera porque tiende a pegarse en el fondo. La mezcla debe quedar bastante espesa, para que una vez fría se pueda cortar cómodamente. No debe llegar a despegarse de las paredes del cazo, como ocurre con una masa para croquetas, pero casi, casi.
  4. Cuando esté lista la crema la retiramos del fuego y la vertemos en alguna fuente llana y lisa, con paredes más o menos rectas, que habremos untado previamente con un poco de aceite para poder despegar bien la crema. Dejamos enfriar por completo con un plástico por encima, para que no se reseque.
  5. Una vez que la crema esté fría la cortamos en cuadrados no muy grandes. Los rebozamos primero en harina y luego en huevo batido. Los freímos a fuego medio en una sartén pequeña o un cazo, con abundante aceite suave, que los cubra por lo menos hasta la mitad. Freímos los cuadrados de leche frita por ambas caras y los pasamos a una fuente con papel de cocina, para que absorba algo de la grasa.
  6. Servimos la leche frita con azúcar y canela molida para espolvorearla. Está muy rica recién hecha, pero aguanta bien y se puede tomar fría perfectamente. En cualquier caso, siempre es posible darle un golpecillo de horno si queremos tomarla templada.


Queso fresco casero con leche entera Priégola

Queso fresco casero con leche entera Priégola

por Miriam García

El queso fresco es mucho más fácil de hacer de lo que puedas pensar si nunca te has puesto a ello.

Porque el queso no es más que leche cortada, la coagulación de la leche provocada de una manera determinada, lo que produce una masa sólida que se separa del suero, compuesta sobre todo por proteínas (caseína) y grasa.

Esta masa coagulada la escurrimos en una estameña para eliminar todo el suero que sea posible y ya tenemos el queso. Y existen dos formas de coagular la leche: añadiendo un ácido como el zumo de limón o añadiendo cuajo animal o vegetal.

Si queremos que el queso madure mínimamente le añadimos también algo de yogur, pues las bacterias del yogur producen otras transformaciones que contribuyen a dar sabor.

Y ¿qué es la maduración? Nos dice el señor Harold McGee:

La maduración es la fase en la que los microbios y las enzimas de la leche transforman la cuajada salada en un delicioso queso. […] Por lo menos durante 200 años ha significado también llevar el queso hasta el punto en que su sabor y textura son mejores. Los quesos tienen vida: empiezan siendo jóvenes y blandos, maduran hasta la plenitud de carácter y, con el tiempo, decaen hacia la aspereza y la dureza.

En esta receta no hacemos queso madurado en realidad, pero el saber no ocupa lugar y ayuda a distinguir la diferencia entre un queso fresco como el que vamos a hacer, que consumiremos en unos pocos días, y un queso madurado.

Vamos con la receta.

Ingredientes

  • 2 litros de leche entera Priégola
  • 1 yogurt natural sin endulzar
  • El zumo de 1 limón
  • 1 cda. de sal

Elaboración

  1. Exprimimos el zumo del limón y reservamos.
  2. Ponemos en un cazo o similar toda la leche y la calentamos suavemente hasta alcanzar más o menos 40°. Entonces le añadimos el yogur y la sal.
  3. Removemos para integrarlos y agregamos el zumo de limón. Volvemos a homogeneizar y tapamos. Envolvemos el cazo con un paño y lo dejamos sobre la encimera para intentar mantener el calor por lo menos durante una o dos horas para que se produzca la coagulación correctamente.
  4. Al cabo de ese tiempo comprobamos que la leche esté coagulada y más o menos separada. Si no es así, la dejaremos un poco más.
  5. Ponemos una tela o estameña sobre un colador y un bol grande para recoger el suero y volcamos el contenido del cazo.
  6. Cuando esté a temperatura ambiente, tapamos con un plástico, metemos todo el conjunto en la nevera y lo dejamos toda una noche que suelte todo su suero.
  7. Obtendremos un queso un poco cremoso. Si lo queremos más seco, para poderlo cortar, le tendríamos que poner un poco de peso para quitarle aún más suero.
  8. Al día siguiente pasamos el queso a un recipiente y lo metemos en la nevera para conservarlo durante 3 o 4 días. Lo podemos usar como cualquier queso fresco, con un poco de azúcar con fruta fresca, por ejemplo, o sobre una buena rebanada de pan.


Buñuelos de Cuaresma

Buñuelos de Cuaresma

por Miriam García

A punto ya de acabar la Cuaresma os traemos estos deliciosos buñuelos típicos del Ampurdán, que se preparan con una masa fermentada como la de la bollería, pero luego se fríen en lugar de cocerse en el horno. Forman parte pues de la rica tradición de dulces fritos de la Península, que tanto me gusta y que tan poco nos conviene por aquello de la lorza… Es así.

Estos buñuelillos de Cuaresma los he visto en forma de boliche y en forma de pequeña rosquilla. Los he hecho como bolitas, pero vosotros podéis hacer lo que más os guste, que ya tenéis edad. Las bolitas se hacen un pelín más rápido que las rosquillitas, pues hay que ocuparse menos de la forma.

Ingredientes

  • 250 g de harina de fuerza o panificable
  • 40 g de azúcar
  • 90 g de leche Priégola
  • 20 g de anís
  • 40 g de yemas (aproximadamente de 2 huevos)
  • 5 g de sal
  • 2 g de canela molida
  • 4 g de semillas de anís
  • 5 g de levadura de panadería liofilizada (15 g de levadura fresca)
  • 50 g de mantequilla a temperatura ambiente
  • azúcar glas para espolvorear
  • aceite de oliva suave para freír.

Elaboración

  1. En un bol grande o en el vaso de un robot ponemos todos los ingredientes excepto la mantequilla, que añadiremos después, y el azúcar glas del acabado.
  2. Mezclamos bien y dejamos reposar la masa 10 minutos. Después agregamos la mantequilla ablandada y amasamos ligeramente, a mano o con robot amasador, hasta que la masa se afine ligeramente y toda la mantequilla se haya integrado. No hace falta que quede perfecta. La volvemos a dejar reposar otros 10 minutos, tapada para que no se reseque.
  3. Una vez reposada la masa, la dividimos en piezas de 25 g, salen unas 20 con estos ingredientes. Formamos una bolita con cada porción, rodándola en la mesa, y las vamos poniendo sobre un papel de hornear en una bandeja. Cuando estén todas listas las tapamos con un plástico.
  4. Dejamos fermentar los buñuelos unos 45 minutos, hasta que se vea que han aumentado algo de tamaño.
  5. Ponemos en una sartén pequeña a calentar por lo menos dos dedos de aceite, que los buñuelos puedan flotar. No se deben freír más de 4 o 5 buñuelos a la vez. Calentamos el aceite a fuego vivo, sin que llegue a humear, y vamos friendo los buñuelos en tandas, dándoles vuelta para que se doren por igual. Veréis que se doran enseguida.
  6. Es mejor probar algún buñuelo de los primeros que hagamos para comprobar que con la temperatura del aceite que estamos usando se cocinan bien por dentro.
  7. Vamos pasando los buñuelos fritos a una fuente con papel absorbente y dejamos que se templen. Cuando estén todos fritos, los servimos espolvoreados de azúcar glas. Estos buñuelicos, como casi todas las masas fritas blandas, están mucho mejor recién hechos y desde luego el mismo día que se preparan. Al día siguiente no están igual. Así que ya sabéis, os tenéis que comer los 20 buñuelos de una sentada. Qué disgusto, ¿no?


Receta de Bizcocho de Chocolate y Leche

Receta de Bizcocho de Chocolate y Leche

por Miriam García


Un buen bizcocho de chocolate y leche es algo que nunca está de más. Este bizcocho es muy fácil porque no precisa de claras montadas, hay poco más que hacer que derretir y mezclar ingredientes. Y el resultado es fantástico.

La cobertura final es muy del gusto americano, pero es opcional pues el bizcocho sin acompañamientos es perfectamente suculento. Sin embargo, si sois chocolateros irredentos os encantará embadurnarlo en esta cobertura.

Las cantidades están pensadas para un molde de 33x13 cm. Si usamos un molde rectangular tipo plum cake podemos reducir las cantidades del glaseado a la mitad, puesto que la superficie superior del bizcocho será mucho menor.

Ingredientes para el bizcocho

  • 200 g de mantequilla
  • 55 g de cacao en polvo
  • 150 g de chocolate con leche
  • 3 huevos
  • 280 g de azúcar
  • 250 ml de leche entera Priégola
  • 250 g de harina
  • 1 ½ cdtas. de levadura
  • 1 pellizco de sal

Ingredientes para la cobertura

  • 200 g de chocolate con leche o blanco
  • 100 ml de nata líquida Priégola
  • 1 pellizco de sal
  • 80 ml de dulce de leche

Elaboración

  1. Ponemos el horno a calentar a 180°.
  2. Preparamos el molde, engrasándolo y espolvoreándolo con cacao en polvo en lugar de harina.
  3. Derretimos en un cazo la mantequilla. Añadimos el chocolate y el resto del cacao en polvo; removemos hasta homogeneizar. Dejamos templar.
  4. Tamizamos la harina con la levadura y añadimos la sal. Reservamos.
  5. Batimos los huevos con el azúcar unos 2 minutos, hasta que blanqueen y esponjen ligeramente. Sin dejar de batir vamos añadiendo la leche a hilo, hasta incorporarla toda, seguida de la mezcla de mantequilla y chocolate.
  6. Agregamos los sólidos a los líquidos y mezclamos con delicadeza con una espátula, hasta homogeneizar.
  7. Vertemos la mezcla en el molde preparado y cocemos el bizcocho 35-40 minutos. Cuando esté listo (probaremos si está cocido en el centro con una brocheta) lo sacamos y desmoldamos sobre rejilla. Dejamos enfriar.
  8. Para hacer la cobertura ponemos el chocolate con leche o blanco en trozos en un bol.
  9. Calentamos la nata hasta ebullición y vertemos encima del chocolate. Dejamos reposar 5 minutos sin tocar.
  10. Removemos la mezcla, despacio primero y cada vez con más energía, a medida que se va formando la emulsión, hasta obtener una ganache lisa y brillante.
  11. Añadimos el dulce de leche y dejamos templar el conjunto. Cuando esté frío lo repartimos por encima del bizcocho y decoramos con virutas de chocolate.

Si queremos vestir de primavera este bizcocho de chocolate y leche en un pispás os doy otra idea: coronarlo con nata montada en lugar de la ganache de chocolate y agregar alguna fruta roja de adorno, que además le van que ni pintadas. Buen provecho.


Receta de Pan Brioche

Receta de Pan Brioche

por Miriam García


¿Sabéis que una masa de brioche se puede cocer en un molde para hacer un delicioso pan de molde de brioche? Pues os lo decimos nosotros. Y además os enseñamos cómo hacerlo para comeros unos desayunos de impresión.

Un pan de molde siempre es más fácil que cualquier otro pan, precisamente porque el molde ayuda a sostenerlo y no hay que ser un fenómeno del amasado y del formado, de modo que no temáis, vosotros podéis.

El brioche es una masa de pan enriquecida con huevos, azúcar y mantequilla, en el caso de los brioches más lujosos con una auténtica montaña de mantequilla. Cuanta más mantequilla lleva la masa más delicada y suculenta es, pero más difícil de fermentar. En esta receta usamos una cantidad de mantequilla justa porque os hemos prometido que no es una masa complicada.

Ingredientes

  • 100 g de leche entera
  • 400 g de harina de fuerza, panificable
  • 5 g de levadura de panadería liofilizada (o 15 g de levadura seca)
  • 3 huevos medianos
  • 1 pizca de sal
  • 50 g de azúcar
  • 100 g de mantequilla ablandada

Elaboración

  1. Hacemos en primer lugar un prefermento, con toda la leche, toda la levadura y 100 g de la harina. Mezclamos, tapamos y dejamos fermentar hasta que esté burbujeante, en un lugar templado.
  2. Una vez tenemos esta mezcla levada, agregamos todos los demás ingredientes excepto la mantequilla y amasamos a mano o con un robot. A mí me gusta amasar en intervalos de 1-2 minutos separados por reposos de 10 minutos; los reposos también amasan y afinan la masa por lo que nos ahorran trabajo.
  3. Al cabo de 2-3 ciclos de amasado incorporamos la mantequilla en un par de tandas, amasando bien para que se integre por completo.
  4. Con la mantequilla integrada seguimos amasando en ciclos como los indicados en la instrucción 2, hasta que la masa esté fina y elástica a nuestro gusto; dependiendo de la harina utilizada necesitaremos por lo menos 5 ciclos de amasado-reposo para que la masa empiece a comportarse como es debido.
  5. Hacemos una bola con la masa, la ponemos en un recipiente engrasado, tapamos y dejamos que doble el volumen; tardará varias horas, según la temperatura ambiente.
  6. Cuando haya levado la masa la pasamos a la encimera enharinada y con las manos la aplastamos en un cuadrado algo más corto de lado que el molde donde vayamos a meter la masa. Enrollamos la masa y la metemos en el molde, que habremos engrasado y enharinado, con la unión hacia abajo.
  7. Tapamos el molde y dejamos que doble el volumen de nuevo, como mínimo (lo ideal es que suba una vez y media).
  8. Cuando el cilindro esté bien levado cocemos el pan en el horno calentado a 190°, con calor arriba y abajo, unos 35-40 minutos.
  9. Sacamos el molde, separamos un poco el pan de las paredes y lo invertimos sobre una rejilla.

Este pan brioche en rebanadas elevará vuestros desayunos a un nivel de excelencia nunca visto. Tostadito con mantequilla os hará empezar el día con buen pie. Y buen provecho.


Ensalada con mousse de queso de cabra

Ensalada con mousse de queso de cabra

por Miriam García


Después de las Navidades toca aligerar la dieta, más que nada porque nos lo pide el cuerpo. ¿No acabáis saturados de tanta comilona? Nos pasa un poco a todos, por eso es el momento de comer verduras, ensaladas y cositas a la plancha.

Esta ensalada tiene un fantástico sabor gracias a que lleva verduras y frutas asadas, que se adornan con porciones de una sabrosa mousse de queso de cabra. Una forma fácil y original darle vidilla a una ensalada.

Ingredientes

  • 4 zanahorias cortadas en rodajas
  • 2 manzanas
  • Un puñado de uvas
  • 2 cdas. de vinagre blanco
  • Unas lascas de panceta (optativo)
  • Unos buenos puñados de lechuga u hojas verdes
  • 200 g de queso de cabra suave
  • 40 ml de leche entera o semidesnatada Priégola (opcional SIN LACTOSA)
  • 250 ml de nata líquida Priégola
  • Sal y aceite de oliva al gusto

Elaboración

  1. Empezamos por hacer la zanahoria al horno. La ponemos en una fuente plana, la bañamos con aceite de oliva, salamos y la asamos 20-30 minutos a 200°, según sea la calidad, hasta que esté tierna. La vigilaremos de vez en cuando para no quemarla.
  2. Cuando la zanahoria vaya estando tierna agregamos en la fuente la manzana troceada (se puede dejar sin pelar) y las uvas. Podemos bañar con un par de cucharadas de vinagre.
  3. Mientras tanto preparamos la mousse de queso: batimos el queso con la leche hasta que se deshaga. Montamos la nata hasta que esté dura. Mezclamos un cuarto de la nata con la mezcla de queso, para homogeneizar consistencias, y luego esta mezcla con el resto de la nata montada.
  4. Pasamos la mousse a una manga pastelera con boquilla redonda y reservamos en la nevera.
  5. Sacamos la fuente del horno cuando las frutas y la zanahoria estén tiernas. Reservamos.
  6. Para servir la ensalada repartimos en los platos la lechuga o ensalada verde limpia y seca, picada menudamente. Distribuimos por encima la zanahoria y las frutas, así como la panceta pasada por la sartén, si la ponemos. Sazonamos al gusto.
  7. Acabamos la ensalada añadiendo con la manga pegotitos de la mousse de queso de cabra. Buen provecho.


Muffins de Chocolate

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por Miriam García
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Los muffins de chocolate son esas magdalenotas de chocolate que nos trajeron hace ya años los establecimientos de comida rápida de origen norteamericano… y que nosotros hemos adoptado sin grandes resistencias.

Porque ¿qué puede parecernos mal en un minibizcocho o magdalena gigante de chocolate y con pepitas de chocolate? Como dice una amiga mía, nunca he conocido un chocolate que no me cayese bien.

Y si a eso añadimos que son bastante fáciles de hacer porque no requieren montar claras de huevo ni zarandajas parecidas que provocan pavor en los poco iniciados, y que podemos usar la rica leche Priégola en su elaboración, pues lo tenemos todo para que nos hagan la ola en casa. Que sí, que esto nos gusta a todos.
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  • 290 g de harina corriente
  • 2 cdtas. de levadura química
  • 50 g de mantequilla fría
  • 85 g de azúcar
  • 15 g de cacao en polvo
  • Un pellizco de sal
  • 150 g de pepitas de chocolate
  • 2 huevos medianos
  • 225 ml de leche entera Priégola
  • 1 cdta. de extracto de vainilla

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Elaboración de muffins de chocolate con leche Priégola
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  1. Pesamos y tamizamos la harina junto con la levadura y el cacao en polvo. Los ponemos en un bol y agregamos la mantequilla fría cortada en dados. Con las puntas de los dedos, frotamos la mantequilla con la harina hasta obtener una mezcla arenosa. Si tenemos un robot de cocina, podemos hacer esto mismo pulsando varias veces la velocidad máxima, hasta que la mantequilla se mezcle con la harina.
  2. Agregamos las pepitas de chocolate y mezclamos. Reservamos.
  3. En otro bol, cascamos los huevos y agregamos la leche, el azúcar, la sal y el extracto de vainilla. Batimos ligeramente.
  4. A continuación, agregamos la mezcla sólida a los líquidos y mezclamos hasta homogeneizar.
  5. Preparamos dos bandejas de moldes de muffins y colocamos una cápsula para muffin o magdalena en cada hueco. Llenamos las cápsulas con la masa cruda hasta unos ¾ de la altura del molde.
  6. Metemos los moldes en el horno previamente calentado a 205°, con calor arriba y abajo, en un nivel bajo del horno.
  7. Cocemos los muffins hasta que hayan subido y empiecen a dorarse por arriba, unos 15-20 minutos. Cuando estén bien cocidos los sacamos del horno y los dejamos enfriar sobre una rejilla.

¡Y a disfrutar!
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Hacer leche merengada nunca fue tan fácil como con este video

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Os mostramos un video realizado por Miriam García de El Invitado de Invierno (Recetas Fotogénicas) sobre como preparar "Leche Merengada" en casa... ¡y con leche Priégola!. La receta no puede ser más facil a través de esta "video-receta" ya que explica cada paso con imagenes y además algún que otro truco. Esperamos que os animéis a hacerla en casa.
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Como ya os explicamos en una anterior publicación...

En la web Qué hacer en Madrid nos cuentan lo siguiente sobre la leche merengada: «El más típico de los helados de Madrid, la sencillez de su preparación y su precio popular, hacen de la leche merengada una de las bebidas más demandadas en las calurosas noches de los madriles. […] El nombre de leche merengada se debe a que entre sus ingredientes se encuentra la clara de huevo, base fundamental de todo merengue que se precie. Tanta ha sido y es su fama, que a finales de los años cuarenta una famosísima canción decía aquello de la vaca que daba leche merengada…».

Según otras fuentes la leche merengada ya era muy popular en los cafés de Madrid a finales del siglo XVIII, y se menciona en la novela de Galdós Fortunata y Jacinta. Así que por eso la incluí en el curso de dulces madrileños que programaba La cocina de Babette en tiempos. La leche merengada la podemos tomar como bebida o como helado, a mí particularmente me encanta helada…

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Receta de Mousse de Café

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[av_heading heading='Receta de Mousse de Café' tag='h3' style='blockquote classic-quote' size='' subheading_active='subheading_below' subheading_size='15' padding='10' color='' custom_font='']
por Miriam García
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Esta mousse de café tiene un sabor que recuerda sospechosamente al tiramisú porque lleva queso mascarpone… y a quién no le gusta el tiramisú. Por eso está francamente deliciosa y la tenéis que hacer. Luego pasaré lista.

Así que en esta mousse de café, además de leche Priégola, usamos mascarpone. Es un queso cremoso que todos hemos probado en el tiramisú. Está muy rico porque se hace casi íntegramente con nata (no, no es muy apto para dietas) y tiene un sabor particular que en mezclas dulces como esta queda sencillamente fantástico. Avisados estáis.

Esta mousse de café tiene un sabor a café que no domina, resulta muy, muy suave. Así que los que no sean especialmente forofos del café no deben asustarse, porque es agradable para cualquier paladar.

Que por cierto, esta es una de las mousses más esponjosas que he hecho nunca, la consistencia es sencillamente perfecta.

Ingredientes

  • 1 cda. de gelatina neutra en polvo
  • 2-3 cdas. de agua
  • 50 ml de leche fresca entera Priégola
  • 80 ml de café fuerte
  • 65 g de azúcar blanquilla
  • 1 cdta. de extracto de vainilla
  • 1 tarrina de queso mascarpone
  • 2 claras de huevo.

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Elaboración

  1. Ponemos en un cuenco las cucharadas de agua, bien fría, y añadimos la gelatina. Dejamos que se hidrate el tiempo que indique el paquete.
  2. Mientras tanto preparamos el café. Calentamos la leche y se la añadimos. Agregamos a la mezcla bien caliente la gelatina hidratada y removemos con una cucharilla para que se disuelva bien.
  3. Le ponemos también el extracto de vainilla y la mitad del azúcar. Reservamos.
  4. En un bol batimos ligeramente el mascarpone para que se ablande. Añadimos la mezcla de café reservada y mezclamos bien, hasta que esté homogéneo. Reservamos.
  5. Batimos las claras a punto de nieve con un pizco de sal y cuando estén ya bien espumosas les vamos añadiendo el azúcar restante, cucharadita a cucharadita para que no se nos bajen. Cuando este merengue ligero esté listo (al frotar una pequeña porción entre los dedos no se aprecia el granillo del azúcar) vertemos la mezcla reservada encima del merengue y mezclamos con una espátula y movimientos envolventes de arriba abajo.
  6. Cuando esté bien homogénea la mousse la vertemos en unos cacharritos a nuestro gusto y la ponemos en la nevera para que se asiente, por lo menos tres horas. A la hora de servir la podemos espolvorear con cacao en polvo o con virutas de chocolate.

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