Receta de "Creme Brulée"

por Miriam García

La crème brûlée, que significa literalmente crema quemada, es un postre francés muy golosón, una especie de natillas aún más contundentes que el postre español porque lleva una parte de nata. Con una buena nata, una buena leche, azúcar y yemas de huevo el resultado no puede ser sino magnífico.Y la crème brûlée no es nada difícil de preparar; no hay más que cuajar la mezcla al baño maría en el horno, siempre con cuidado de no pasarnos de calor porque la crema se podría cortar.

Ingredientes para unos 8 tarros

  • 350 g de nata líquida
  • 150 g de leche entera
  • 75 g de azúcar
  • 1 pellizco de sal
  • 1 palo de canela
  • 100 g de yemas (serán unas 6 yemas)
  • 1 cda. de azúcar adicional por cada ramekin de crema, para caramelizar la superficie

Elaboración

  1. Ponemos en un cazo la leche con la nata y el azúcar, y añadimos el palo de canela. Calentamos hasta la ebullición y apagamos el fuego. Tapamos el cazo y dejamos que se enfríe para que se aromatice con la canela.
  2. Retiramos el palo de canela de la mezcla del cazo y agregamos la sal y las yemas de huevo batidas. Mezclamos bien hasta tener una crema homogénea.
  3. Distribuimos la mezcla en 6 ramequins como los de las fotos o en cazuelitas de barro como las que se usan para la crema catalana.
  4. Preparamos una fuente o bandeja de borde alto donde quepan los ramequins y que se pueda llenar con un dedo de agua para cocer la crème brûlée al baño maría en el horno.
  5. Calentamos el horno a 145° y ponemos dentro la bandeja o fuente. Calentamos agua en el fuego hasta que hierva. Entonces colocamos los recipientes con la crème brûlée en la fuente del horno y vertemos a su alrededor el agua hirviendo, con cuidado de que no salpique al contenido.
  6. Cocemos la crema en el horno por lo menos 35 minutos, hasta que al sacudir los recipientes se mueva el centro de la crema solo ligeramente. Sacamos los ramequins para que se enfríe la crème brûlée y acabe de cuajar.
  7. Justo antes de servir espolvoreamos cada recipiente con una capa de azúcar de cierto grosor y la caramelizamos con un soplete de cocina. Nunca se debe caramelizar con antelación, pues la capa de caramelo que se forma tiende a absorber humedad de la crema con el tiempo y acaba por ablandarse en lugar de mantener el toque crujiente que es propio de las cremas quemadas.