Polos cremosos de chocolate

Polos cremosos de chocolate

por Miriam García

Hacer polos cremosos de chocolate, o de otro ingrediente, es fácil. Que sí. No necesitas más que buena leche, buena nata, y de eso tenemos mucho en Priégola, y algo de almidón de maíz. Poco más.

Este tipo de receta lleva lustros rodando por la red; no consiste más que en espesar una mezcla de diversos lácteos con almidón de maíz para darle untuosidad y consistencia, y añadirle un saborizante, en este caso el cacao, que raro es que no te guste. ¿Alguien ha dicho que no le gusta el chocolate?

No es imprescindible tener unos moldes de polo perfectos como los de las fotos; cualquier vasito de plástico para fiestas, un poco sólido, nos sirve y podemos usar brochetas de madera en lugar de palitos de polo, aunque ahora estos complementos se encuentran con relativa facilidad en grandes superficies o tiendas de Internet.

Vamos con ella:

Ingredientes para 10 polos

  • 350 ml de leche entera Priégola
  • 20 g de almidón de maíz
  • 250 ml de nata líquida Priégola
  • 100 ml de leche evaporada
  • 130 g de azúcar
  • 40 g de cacao en polvo
  • 1 pizca de sal
  • 1 cdta. de extracto de vainilla

Elaboración

  1. Separamos 100 ml de la leche entera y añadimos el almidón de maíz. Mezclamos bien para que se hidrate.
  2. En un cazo ponemos el resto de la leche, la nata líquida, la leche evaporada, el azúcar, el cacao en polvo y la sal. Removemos.
  3. Ponemos el cazo al fuego bajo y calentamos hasta la ebullición, sin dejar de remover en ningún momento.
  4. Una vez que hierva suavemente, añadimos poco a poco la mezcla de almidón y leche (previamente removida, pues el almidón tiende a irse al fondo) y seguimos removiendo, rascando el fondo porque pueden formarse grumos.
  5. Dejamos hervir 1 minuto, habrá espesado apreciablemente, y retiramos del fuego. Dejamos templar 10 minutos.
  6. Preparamos mientras los moldes elegidos.
  7. Cuando la mezcla esté un poco templada le pasamos una batidora manual para deshacer los posibles grumos.
  8. Repartimos la mezcla en los moldes y los golpeamos un poco sobre la encimera para quitarles las burbujas que pueda haber introducido la batidora.
  9. Llevamos al congelador y dejamos las horas necesarias para que se solidifiquen por completo. Y a disfrutar.


Pastel mejicano de tres leches

Pastel mejicano de tres leches

por Miriam García

Este pastel de tres leches típico en Méjico debe su curioso nombre a que se prepara literalmente con tres leches distintas:

Leche entera

Leche condensada

Leche evaporada

Estas tres leches se usan para empapar o emborrachar un sencillo bizcocho genovés. El conjunto se remata con nata montada y algo de fruta fresca, si nos apetece, y listo. Otro ejemplo de elaboración sencilla que triunfa por la acertada combinación de sabores y texturas. Huy, qué cursi me he puesto.

Vamos allá:

Ingredientes para el bizcocho

  • 300 g de huevos a temperatura ambiente
  • 150 g de azúcar
  • 150 g de harina normal
  • 10 g de levadura o impulsor químico

Ingredientes para las tres leches

  • 200 ml de leche condensada
  • 200 ml de leche evaporada
  • 100 ml de leche entera Priégola
  • 1 cdta. de extracto o de pasta de vainilla

Ingredientes para el acabado

  • 200 g de nata líquida Priégola
  • 3 cdas. de azúcar glas
  • Canela en polvo

Elaboración

  1. En primer lugar preparamos el bizcocho genovés. Montamos los huevos con el azúcar hasta que la mezcla aumente de volumen y blanquee; tardan por lo menos 10 minutos.
  2. Tamizamos la harina con la levadura encima de los huevos montados y mezclamos con una espátula y movimientos suaves y envolventes.
  3. Vertemos la mezcla en un molde cuadrado o rectangular no desmontable (el bizcocho lo empaparemos luego, así que el molde debe ser hermético), bien engrasado y enharinado, o forrado con papel de hornear.
  4. Cocemos el bizcocho 25-30 minutos en el horno a 180°.
  5. Sacamos del horno y dejamos enfriar sin desmoldar, ojo.
  6. Mezclamos las tres leches con la vainilla, batiendo. Cuando el bizcocho esté frío, templamos la mezcla y lo empapamos con ella, como si fuera una torrija.
  7. Para adornar, montamos la nata hasta que esté bastante firme y le añadimos el azúcar glas sin dejar de batir.
  8. Distribuimos la nata por encima del pastel en una capa lisa o haciendo dibujos con una manga pastelera, como más nos guste. Adornamos con algo de canela.
  9. Conservamos en el frigorífico, pues lleva leche fresca.


Bizcocho Bica Blanca de Laza con nata Priégola

Bizcocho Bica Blanca de Laza

Receta de Miriam García

La bica es un bizcocho típico de la provincia de Orense. Tradicionalmente se han disputado su autoría las localidades de Puebla de Trives y Castro Caldelas.

Esta bica llamada blanca es típica del pueblo orensano de Laza y se denomina así porque se elabora con claras de huevo, sin yemas, por lo que tiene un color más claro. Además lleva una buena cantidad de nata, lo que contribuye también a la blancura.

Las bicas son característicamente no demasiado esponjosas, pero sí muy tiernas y jugosas, se presentan siempre en forma rectangular, horneadas sobre un papel y con una costra superior quebradiza que se debe a que se espolvorean con azúcar antes de entrar al horno. Es habitual cortarlas en forma cuadrada para comerlas. Como veis, la bica es todo un ritual. Un ritual sabrosísimo.

Ingredientes

  • 9 claras de huevo
  • 375 g de harina normal
  • 375 ml de nata fresca Priégola
  • 490 g de azúcar
  • canela molida para la superficie.

Elaboración

  1. Calentamos el horno a 180° (sin aire) / 200° (con aire). Deberá estar a la temperatura indicada cuando acabemos de elaborar la masa.
  2. Separamos las claras de las yemas y las ponemos en un bol o en el vaso de una batidora. Pesamos y tamizamos la harina. Reservamos.
  3. Montamos las claras en un robot o con varillas eléctricas con un pizco de sal. Cuando empiecen a estar claramente espumosas empezamos a añadir el azúcar poco a poco, hasta obtener un merengue duro. Por lo menos serán 15 minutos de batido a máxima velocidad. El merengue estará listo cuando al coger una porción entre los dedos y frotar entre el índice y el pulgar no se aprecie el granillo del azúcar.
  4. Una vez bien duro el merengue paramos el robot o las varillas y añadimos la harina. Mezclamos con una espátula, con movimientos envolventes de arriba abajo para que se integre bien.
  5. A continuación, montamos la nata, pero no debe quedarse dura del todo, es preferible que quede un poco fluida para poderla incorporar con mayor facilidad. Mezclamos con la masa de merengue y harina con suavidad, con movimientos envolventes.
  6. Forramos un molde cuadrado o rectangular de un máximo de 24×30 cm con papel de hornear, dejando el sobrante colgando por fuera del molde. Vertemos la masa y la alisamos con una espátula. Espolvoreamos algo más de azúcar y canela por encima.
  7. Cocemos en el horno unos 35 minutos, en un nivel bajo. Pinchamos con una brocheta para ver si está cocida la bica por dentro y la sacamos del horno. Cuando se haya enfriado ligeramente la sacamos del molde ayudándonos del papel y la colocamos con cuidado sobre una rejilla hasta que se enfríe por completo.


Receta de "Creme Brulée"

Receta de "Creme Brulée"

por Miriam García

La crème brûlée, que significa literalmente crema quemada, es un postre francés muy golosón, una especie de natillas aún más contundentes que el postre español porque lleva una parte de nata. Con una buena nata, una buena leche, azúcar y yemas de huevo el resultado no puede ser sino magnífico.

Y la crème brûlée no es nada difícil de preparar; no hay más que cuajar la mezcla al baño maría en el horno, siempre con cuidado de no pasarnos de calor porque la crema se podría cortar.

Ingredientes para unos 8 tarros

  • 350 g de nata líquida
  • 150 g de leche entera
  • 75 g de azúcar
  • 1 pellizco de sal
  • 1 palo de canela
  • 100 g de yemas (serán unas 6 yemas)
  • 1 cda. de azúcar adicional por cada ramekin de crema, para caramelizar la superficie

Elaboración

  1. Ponemos en un cazo la leche con la nata y el azúcar, y añadimos el palo de canela. Calentamos hasta la ebullición y apagamos el fuego. Tapamos el cazo y dejamos que se enfríe para que se aromatice con la canela.
  2. Retiramos el palo de canela de la mezcla del cazo y agregamos la sal y las yemas de huevo batidas. Mezclamos bien hasta tener una crema homogénea.
  3. Distribuimos la mezcla en 6 ramequins como los de las fotos o en cazuelitas de barro como las que se usan para la crema catalana.
  4. Preparamos una fuente o bandeja de borde alto donde quepan los ramequins y que se pueda llenar con un dedo de agua para cocer la crème brûlée al baño maría en el horno.
  5. Calentamos el horno a 145° y ponemos dentro la bandeja o fuente. Calentamos agua en el fuego hasta que hierva. Entonces colocamos los recipientes con la crème brûlée en la fuente del horno y vertemos a su alrededor el agua hirviendo, con cuidado de que no salpique al contenido.
  6. Cocemos la crema en el horno por lo menos 35 minutos, hasta que al sacudir los recipientes se mueva el centro de la crema solo ligeramente. Sacamos los ramequins para que se enfríe la crème brûlée y acabe de cuajar.
  7. Justo antes de servir espolvoreamos cada recipiente con una capa de azúcar de cierto grosor y la caramelizamos con un soplete de cocina. Nunca se debe caramelizar con antelación, pues la capa de caramelo que se forma tiende a absorber humedad de la crema con el tiempo y acaba por ablandarse en lugar de mantener el toque crujiente que es propio de las cremas quemadas.


Receta de una buena "Leche Frita"

Receta de una buena "Leche Frita"

por Miriam García

Pocas cosas más ricas se pueden hacer con la leche que una buena leche frita. El origen de la leche frita es bastante incierto, aunque es fácil encontrarla en los recetarios antiguos del norte de la península: Castilla-León, Galicia y Santander, por poner algún ejemplo. Y como es habitual con los platos tradicionales, no pocos afirman con certeza absoluta que la que hace su madre o su abuela es la mejor del mundo. Un clásico.

La leche frita es una pasta sólida que se prepara con leche, harina y azúcar, aromatizada normalmente con canela, que se corta en porciones, se reboza y se fríe. A mí me recuerda sin duda a la elaboración de las croquetas, con las que tiene muchos puntos en común. El resultado es un bocado tan cremoso que casi parece de crema pastelera.

Como todos los postres tradicionales, tiene multitud de variantes, entre otros factores, unas fórmulas llevan yema de huevo para ayudar a cuajar la pasta y otras no, más valientes. En la presente receta sigo la fórmula sin yemas del maestro Martín Berasategui. Menudo postín, ¿no?

Ingredientes

  • 1 litro de leche entera Priégola
  • 200 g de azúcar
  • 1 palo de canela
  • 50 g de harina corriente
  • 50 g de Maizena
  • aceite de oliva suave
  • 2 huevos
  • harina adicional para el rebozado
  • azúcar y canela molida adicionales para espolvorear.

Elaboración

  1. Tomamos un cuarto del litro de leche y desleímos las harinas en él. Reservamos.
  2. Ponemos el resto de la leche con el azúcar y el palo de canela a hervir. Lo hervimos a fuego muy bajo un par de minutos, tapamos y dejamos infusionar un rato para que la canela aromatice bien la leche.
  3. Retiramos el palo de canela y agregamos al cazo la papilla de harinas. Llevamos de nuevo al fuego y cocemos por lo menos 10 minutos, sin parar de remover con cuchara de madera porque tiende a pegarse en el fondo. La mezcla debe quedar bastante espesa, para que una vez fría se pueda cortar cómodamente. No debe llegar a despegarse de las paredes del cazo, como ocurre con una masa para croquetas, pero casi, casi.
  4. Cuando esté lista la crema la retiramos del fuego y la vertemos en alguna fuente llana y lisa, con paredes más o menos rectas, que habremos untado previamente con un poco de aceite para poder despegar bien la crema. Dejamos enfriar por completo con un plástico por encima, para que no se reseque.
  5. Una vez que la crema esté fría la cortamos en cuadrados no muy grandes. Los rebozamos primero en harina y luego en huevo batido. Los freímos a fuego medio en una sartén pequeña o un cazo, con abundante aceite suave, que los cubra por lo menos hasta la mitad. Freímos los cuadrados de leche frita por ambas caras y los pasamos a una fuente con papel de cocina, para que absorba algo de la grasa.
  6. Servimos la leche frita con azúcar y canela molida para espolvorearla. Está muy rica recién hecha, pero aguanta bien y se puede tomar fría perfectamente. En cualquier caso, siempre es posible darle un golpecillo de horno si queremos tomarla templada.


Queso fresco casero con leche entera Priégola

Queso fresco casero con leche entera Priégola

por Miriam García

El queso fresco es mucho más fácil de hacer de lo que puedas pensar si nunca te has puesto a ello.

Porque el queso no es más que leche cortada, la coagulación de la leche provocada de una manera determinada, lo que produce una masa sólida que se separa del suero, compuesta sobre todo por proteínas (caseína) y grasa.

Esta masa coagulada la escurrimos en una estameña para eliminar todo el suero que sea posible y ya tenemos el queso. Y existen dos formas de coagular la leche: añadiendo un ácido como el zumo de limón o añadiendo cuajo animal o vegetal.

Si queremos que el queso madure mínimamente le añadimos también algo de yogur, pues las bacterias del yogur producen otras transformaciones que contribuyen a dar sabor.

Y ¿qué es la maduración? Nos dice el señor Harold McGee:

La maduración es la fase en la que los microbios y las enzimas de la leche transforman la cuajada salada en un delicioso queso. […] Por lo menos durante 200 años ha significado también llevar el queso hasta el punto en que su sabor y textura son mejores. Los quesos tienen vida: empiezan siendo jóvenes y blandos, maduran hasta la plenitud de carácter y, con el tiempo, decaen hacia la aspereza y la dureza.

En esta receta no hacemos queso madurado en realidad, pero el saber no ocupa lugar y ayuda a distinguir la diferencia entre un queso fresco como el que vamos a hacer, que consumiremos en unos pocos días, y un queso madurado.

Vamos con la receta.

Ingredientes

  • 2 litros de leche entera Priégola
  • 1 yogurt natural sin endulzar
  • El zumo de 1 limón
  • 1 cda. de sal

Elaboración

  1. Exprimimos el zumo del limón y reservamos.
  2. Ponemos en un cazo o similar toda la leche y la calentamos suavemente hasta alcanzar más o menos 40°. Entonces le añadimos el yogur y la sal.
  3. Removemos para integrarlos y agregamos el zumo de limón. Volvemos a homogeneizar y tapamos. Envolvemos el cazo con un paño y lo dejamos sobre la encimera para intentar mantener el calor por lo menos durante una o dos horas para que se produzca la coagulación correctamente.
  4. Al cabo de ese tiempo comprobamos que la leche esté coagulada y más o menos separada. Si no es así, la dejaremos un poco más.
  5. Ponemos una tela o estameña sobre un colador y un bol grande para recoger el suero y volcamos el contenido del cazo.
  6. Cuando esté a temperatura ambiente, tapamos con un plástico, metemos todo el conjunto en la nevera y lo dejamos toda una noche que suelte todo su suero.
  7. Obtendremos un queso un poco cremoso. Si lo queremos más seco, para poderlo cortar, le tendríamos que poner un poco de peso para quitarle aún más suero.
  8. Al día siguiente pasamos el queso a un recipiente y lo metemos en la nevera para conservarlo durante 3 o 4 días. Lo podemos usar como cualquier queso fresco, con un poco de azúcar con fruta fresca, por ejemplo, o sobre una buena rebanada de pan.


Helado de Vainilla Clásico

Helado de Vainilla Clásico

por Miriam García

¿Os gusta el helado de vainilla? Pasan los años y este sabor de helado sigue siendo uno de nuestros favoritos, ¿verdad? Para mí es uno de los helados con un sabor más puro, que si usamos una vainilla de calidad para aromatizarlo obtendremos un postre delicioso… ñam. Y el resultado de hacer helado en casa con ingredientes de buena calidad es fantástico, os lo recomiendo muy mucho.

Además la base de helado que se utiliza en el helado de vainilla es la misma que nos sirve para preparar casi cualquier otro sabor: la receta básica del helado consiste en unas natillas claritas o crema inglesa, es decir, un cuajado de leche entera, yemas y azúcar, básicamente, que en el caso del helado de vainilla aromatizamos con vainilla. Una vez obtenida la crema la mezclamos con una buena nata y cuando la tenemos bien refrigerada la congelamos. Vamos con ello.

Ingredientes

  • 320 ml de leche entera Priégola
  • 4 yemas de huevos medianos
  • 130 g de azúcar
  • 1 vaina de vainilla (solo las semillas del interior) o 2 cdtas. de extracto de vainilla o 2 cdtas. de pasta de vainilla
  • 1 pellizco de sal
  • 400 ml de nata Priégola (mínimo 35% grasa)

Elaboración

  1. Empezamos por preparar la crema inglesa o cuajado que será la base de nuestro helado. En un cazo ponemos las yemas (guardaremos las claras en el congelador para otro uso), la leche, el azúcar y la vainilla.
  2. Calentamos a fuego suave sin dejar de remover con varillas o cuchara de madera. Si tenemos un termómetro nos vendrá muy bien, la cosa empieza a cuajar a partir de los 70°-75°, aunque no es imprescindible. La mezcla al principio hace un poco de espumilla en la superficie que empieza a desaparecer en cuanto comienza a cuajar. Ojo con pasarse, que se nos puede cortar, es mejor retirar el cazo del fuego un instante para cerciorarse de que va cuajando.
  3. Apagamos el fuego y agregamos la nata fría al cazo. Dejamos enfriar por completo y entonces metemos la base del helado en la nevera, preferiblemente toda una noche para que se asienten los sabores.
  4. Al día siguiente mantecamos la mezcla si tenemos heladera, batiéndola en la máquina entre 10 y 15 minutos (una heladera decente no debe tardar más de esto en mantecar el helado). Después metemos el helado en un recipiente hermético y lo dejamos otro par de horas en el congelador, para que acabe de ponerse firme.
  5. Si no tenemos heladera congelaremos el helado del modo tradicional, metiendo la base en el congelador en un recipiente hermético y sacándola para batirla cada hora con una batidora eléctrica, tantas veces como sea necesario hasta que esté firme el helado.


Crepes de Manzana estilo Holandés

Crepes de Manzana estilo Holandés

por Miriam García

Cuando era joven, allá por el año 90 del pasado siglo… ejem, viví una temporada larga en Holanda y, aunque no tienen una gastronomía muy memorable, algunos dulces son estupendos y merece la pena que los rescatemos. Es el caso de estos crepes gordotes de manzana, que en holandés se llaman pannekoeken (con la misma raíz que el inglés pancakes, el castellano panqueques), que están deliciosos y tienen una complicación mínima. Se caracterizan porque la cobertura que les acompaña, en este caso la manzana, se pone encima del crepe crudo y se cuaja en conjunto, por lo que queda como incrustada.

En su país natal estos panqueques no suelen tomarse para desayunar, curiosamente, pero sí para comer, cenar o como postre. Si los hacemos para comer o cenar se pueden preparar con rellenos salados como panceta o verduras. Riquísimos.

La masa de estos crepes no lleva azúcar, por lo que luego se les añade por encima nuestro endulzante favorito: azúcar sin más, sirope de caramelo, miel, lo que nos apetezca. Y si queréis una combinación de sabores sorprendente añadidles a estos crepes de manzana unas lonchas de panceta y regadlos con sirope de caramelo. Sí, he dicho sirope. Me lo agradeceréis.

Ingredientes

  • 500 ml de leche entera Priégola
  • 2 huevos
  • 280 g de harina de repostería
  • 1 pizco de sal
  • 1 cdta. de levadura Royal
  • mantequilla para la sartén
  • 2-3 manzanas reineta (o Granny Smith)

Elaboración

  1. En una batidora de vaso o con una batidora manual mezclamos la leche, los huevos, la harina y la sal. Dejamos reposar tapado 30 minutos para que la harina se hidrate bien.
  2. Comprobamos la consistencia de la papilla, que debe ser un poco espesa, y calentamos una sartén antiadherente. Pelamos y cortamos las manzanas en gajos no muy gordos para ponerlas encima del crepe. Reservamos.
  3. Cuando la sartén esté bastante caliente la engrasamos con mantequilla y vertemos la masa girando la sartén para que cubra todo el fondo. Debe quedar una capa relativamente gordita.
  4. De inmediato y antes de que empiece a cocerse la masa repartimos por encima gajos de manzana a nuestro gusto y dejamos cocer unos minutos. Cuando el crepe esté cocido por la primera cara le damos la vuelta con cuidado y lo cocemos por la cara de la manzana, a fuego bajo para que se ablande la manzana.
  5. Procedemos de igual manera hasta acabar la masa (si hacéis crepes gigantes os saldrán dos o tres nada más) y comemos de inmediato bien aderezados con nuestro endulzante favorito.


Cómo hacer yogur casero

Cómo hacer yogur casero

por Miriam García

El yogur casero hecho con una leche de calidad es una auténtica delicia. Aunque personalmente no soy muy aficionada a su sabor ácido, en mi casa triunfa, mi churumbel mayor se lo come por arrobas, así está él. Qué bien se me cría.

El yogur tradicional no es más que leche fermentada… que os preguntaréis qué es eso. Me alegra que me hagáis esta pregunta: Las simpáticas bacterias lácticas que están en el ambiente aparecen en la leche que se deja reposar a una temperatura determinada y convierten la lactosa en ácido láctico y otras cosillas que no vienen al caso, haciendo que la leche coagule y el líquido pase a ser un sólido blandito. Así de fácil. Luego no hay más que refrigerar el yogur obtenido para parar la acidificación y listo para tomar con nuestros acompañamientos preferidos. ¿No os pica la curiosidad? Vosotros podéis.

Para hacer el yogur en casa es conveniente tener un buen termómetro de cocina con sonda para controlar bien la temperatura de la leche/yogur en todo momento, porque de lo contrario andaréis un poco perdidos. Como he dicho la gracia está en mantener la temperatura el tiempo necesario para que las bacterias hagan su trabajo y tener una buena materia prima, nada más. Ah, y un poco de paciencia

Ingredientes

  • 2 litros de leche entera Priégola
  • 3 cdas. de yogur natural sin endulzar.

Elaboración

  1. Para contener la leche y el futuro yogur necesitaremos una cazuela preferentemente de hierro, como una cocotte por ejemplo, porque es preciso que mantenga bien el calor. Ponemos la leche en la cazuela y la calentamos suavemente al fuego, justo hasta que llegue a 85°-90°. Vigiladla atentamente en el último tramo porque hay que calentar muy despacio para que no se derrame. Este paso ayuda a que coagule bien la leche.
  2. Apagamos el fuego y dejamos enfriar hasta unos 46°-45°. Le quitamos con un colador la piel que se haya formado. Ponemos el yogur que añadiremos en un bol y lo desleímos con tres o cuatro cucharadas de leche, para que se mezcle mejor. Lo añadimos a la cazuela y removemos suavemente.
  3. Tapamos la cazuela y la metemos en el horno a temperatura mínima. Lo ideal es mantener la temperatura a 43°-44° en todo momento. Debemos dejar la cazuela a esta temperatura un mínimo de cuatro horas. A partir de este momento podemos abrir el horno y comprobar si el yogur ha cuajado del todo. Cuanto más tiempo dejemos el yogur a esta temperatura una vez cuajado más denso nos quedará, pero también más ácido.
  4. Una vez que esté cuajado a nuestro gusto lo sacamos del horno y lo dejamos enfriar por completo antes de meterlo en la nevera. El frío frena la acidificación. Si vemos algo de suero por encima lo podemos retirar o sencillamente batirlo todo. Y si encontramos que el yogur nos ha quedado poco denso siempre podemos colarlo sobre una tela fina para desuerarlo parcialmente y obtener yogur estilo griego.
  5. ¿A que no es difícil?


Caracolas de pan de leche

Caracolas de pan de leche

por Miriam García

Un buen pan de leche gusta a todo el mundo: esponjoso, dulce y suave. Y en esta receta lo formamos como caracolas.

Esta masa está enriquecida con leche entera y nata líquida, además de huevo y azúcar. El resultado es suave y esponjoso, parecido al del pan de leche para el desayuno que ya tenemos en el blog, pero en otro formato.

Ingredientes para unos 8 tarros

  • 1 huevo para la masa, más 1 huevo para pintar
  • 550 g de harina de fuerza o panificable
  • 240 ml de leche fresca entera Priégola
  • 160 ml de nata fresca Priégola
  • 100 g de azúcar
  • 5 g de levadura de panadería seca (15 g de levadura fresca)
  • 1 cdta. de sal

Elaboración

  1. En un bol grande ponemos el huevo, la leche, la nata, el azúcar, la levadura de panadero y la sal. Mezclamos bien.
  2. Agregamos la harina y mezclamos, a mano o con un robot amasador.
  3. Amasamos hasta obtener una masa fina y elástica. Si resulta demasiado pegajosa (la nata suele dar masa pegajosas) añadiremos harina poco a poco, hasta que la masa sea adherente, pero no pegajosa hasta el punto de que nos cueste manejarla.
  4. Hacemos una bola con la masa, la ponemos en un recipiente que podamos tapar y dejamos que doble el volumen.
  5. Una vez levada la masa, la pasamos a la encimera y la aplastamos para quitarle las burbujas; no queremos que luego nos salgan feos agujerazos en la miga.
  6. La dividimos en 18-20 porciones de igual peso (yo prefiero pesarlas en la báscula). Rodamos sobre la mesa cada porción para formar un cilindro, como una minibaguette fina. Enroscamos cada cilindro sobre sí mismo, de modo similar a una ensaimada.
  7. Vamos poniendo las caracolas en un molde de la forma que más nos guste, dejando por lo menos 2 cm entre ellas porque crecen bastante al levar.
  8. Tapamos el molde o moldes y dejamos que dupliquen el volumen de nuevo.
  9. Mientras tanto, ponemos el horno a calentar a 190°.
  10. Cuando las caracolas estén levaditas, batimos el huevo adicional y las pintamos. Podemos espolvorearlas con azúcar si queremos.
  11. Las metemos en el horno en la parte inferior y cocemos unos 25-30 minutos, hasta que estén bien doraditas. Sacamos los moldes, desmoldamos y dejamos que se enfríen por completo, mejor sobre una rejilla. Y a disfrutar.