Gelatina de leche con higos

Gelatina de leche con higos

por Miriam García

Esta gelatina de leche con higos es un postre de inspiración turca que recuerda un poco a la panna cotta italiana: se convierte la leche líquida en un sólido empleando gelatina, se aromatiza con agua de rosas o de azahar, se endulza y listo, ya tenemos una golosina perfecta para consumir con unos higos u otra fruta fresca a nuestro gusto.

Este postrecillo, precisamente porque se prepara con leche fresca casi sin ningún tipo de transformación, dura muy poco y además hay que envolverlo bien para que no se reseque. Pero no os durará mucho, descuidad… Vamos con él.

Ingredientes

  • 500 ml de leche entera Priégola
  • 15 g de gelatina neutra en polvo (5-6 hojas)
  • 50 g de azúcar glas
  • 1 cda. de agua de rosas o de azahar
  • Fruta fresca
  • Un chorrito de miel (facultativo)

Elaboración

  1. Forramos con plástico una fuente rectangular de unos 18×25 cm.
  2. Hidratamos la gelatina en agua fría unos minutos, según indiquen las instrucciones.
  3. Mientras tanto, ponemos la leche en un cazo y calentamos, pero sin que llegue a hervir. Añadimos la gelatina hidratada y removemos para que se disuelva.
  4. Agregamos el azúcar y el aroma. Vertemos en la fuente preparada y dejamos enfriar; cuando esté a temperatura ambiente metemos la fuente en la nevera, mejor tapada con plástico para que no coja olores. Dejamos que se asiente bien, mejor toda una noche.
  5. Cuando vayamos a servir, volcamos la preparación en una tabla o bandeja, levantamos el plástico, y cortamos rombos con cuidado, porque la gelatina queda bastante delicada.
  6. Servimos con higos frescos u otra fruta; podemos regar con algo de miel si nos gusta.

Y ya tenemos un postre fresco, sencillo, original y relativamente ligero con ingredientes sin complicaciones.


Polos cremosos de chocolate

Polos cremosos de chocolate

por Miriam García

Hacer polos cremosos de chocolate, o de otro ingrediente, es fácil. Que sí. No necesitas más que buena leche, buena nata, y de eso tenemos mucho en Priégola, y algo de almidón de maíz. Poco más.

Este tipo de receta lleva lustros rodando por la red; no consiste más que en espesar una mezcla de diversos lácteos con almidón de maíz para darle untuosidad y consistencia, y añadirle un saborizante, en este caso el cacao, que raro es que no te guste. ¿Alguien ha dicho que no le gusta el chocolate?

No es imprescindible tener unos moldes de polo perfectos como los de las fotos; cualquier vasito de plástico para fiestas, un poco sólido, nos sirve y podemos usar brochetas de madera en lugar de palitos de polo, aunque ahora estos complementos se encuentran con relativa facilidad en grandes superficies o tiendas de Internet.

Vamos con ella:

Ingredientes para 10 polos

  • 350 ml de leche entera Priégola
  • 20 g de almidón de maíz
  • 250 ml de nata líquida Priégola
  • 100 ml de leche evaporada
  • 130 g de azúcar
  • 40 g de cacao en polvo
  • 1 pizca de sal
  • 1 cdta. de extracto de vainilla

Elaboración

  1. Separamos 100 ml de la leche entera y añadimos el almidón de maíz. Mezclamos bien para que se hidrate.
  2. En un cazo ponemos el resto de la leche, la nata líquida, la leche evaporada, el azúcar, el cacao en polvo y la sal. Removemos.
  3. Ponemos el cazo al fuego bajo y calentamos hasta la ebullición, sin dejar de remover en ningún momento.
  4. Una vez que hierva suavemente, añadimos poco a poco la mezcla de almidón y leche (previamente removida, pues el almidón tiende a irse al fondo) y seguimos removiendo, rascando el fondo porque pueden formarse grumos.
  5. Dejamos hervir 1 minuto, habrá espesado apreciablemente, y retiramos del fuego. Dejamos templar 10 minutos.
  6. Preparamos mientras los moldes elegidos.
  7. Cuando la mezcla esté un poco templada le pasamos una batidora manual para deshacer los posibles grumos.
  8. Repartimos la mezcla en los moldes y los golpeamos un poco sobre la encimera para quitarles las burbujas que pueda haber introducido la batidora.
  9. Llevamos al congelador y dejamos las horas necesarias para que se solidifiquen por completo. Y a disfrutar.


Pastel de leche arrugado o "Galatopita"

Pastel de leche arrugado o "Galatopita"

por Miriam García

Este pastel de masa filo (que los anglosajones llaman ruffled milk pie) es un dulce griego muy fácil de hacer con masa filo comprada, pues no consiste más que en masa filo arrugada que se hornea y luego se baña en una mezcla similar al flan, que se cuaja al horno.

Si no la conocéis, la masa filo es una finísima masa muy popular en Turquía y el Oriente Medio, así como en Grecia y los Balcanes, por aquello de que fueron invadidos por los otomanos. Se suele apilar en capas para formar una suerte de hojaldre crujiente completamente adictivo.

Como todos los dulces sencillos, este pastel será tan bueno como sus ingredientes, por lo que si usamos leche Priégola, huevos de calidad, buena mantequilla y canela fina… no quedarán ni las raspas.

Ingredientes

  • 100 g de mantequilla
  • 8-10 láminas de masa filo
  • 1/4 cdta. de canela molida
  • 350 ml de leche entera
  • 4 huevos
  • 110 g de azúcar
  • 1 cdta. de extracto de vainilla
  • Azúcar glas al gusto

Elaboración

  1. Ponemos el horno a calentar a 180°.
  2. Pintamos con la mantequilla fundida un molde redondo de 25-28 cm.
  3. Cogemos la primera lámina de masa filo y la arrugamos en sentido longitudinal como si fuera un acordeón. La colocamos dentro del molde, bien estirada para hacer como una espiral con todas las láminas, bien enrollada sobre sí misma como si fuera una flor.
  4. Hacemos lo propio con el resto de las láminas de masa filo, hasta llenar toda la superficie del molde.
  5. Pintamos por encima con la mantequilla fundida, espolvoreamos con canela y cocemos la masa filo en el horno unos 25-30 minutos, hasta que esté doradita.
  6. Mientras se cuece la masa filo, preparamos el relleno de leche: en un bol los huevos con el azúcar, la vainilla y la leche; mezclamos bien con un tenedor o con varillas.
  7. Cuando la masa filo esté cocida, sacamos el molde del horno y vertemos la mezcla de leche por encima.
  8. Espolvoreamos con canela al gusto y devolvemos el pastel al horno para que se cuaje durante otros 25-30 minutos. Cuando esté listo, espolvoreamos con algo de azúcar glas, si nos apetece, y servimos.


Pastel mejicano de tres leches

Pastel mejicano de tres leches

por Miriam García

Este pastel de tres leches típico en Méjico debe su curioso nombre a que se prepara literalmente con tres leches distintas:

Leche entera

Leche condensada

Leche evaporada

Estas tres leches se usan para empapar o emborrachar un sencillo bizcocho genovés. El conjunto se remata con nata montada y algo de fruta fresca, si nos apetece, y listo. Otro ejemplo de elaboración sencilla que triunfa por la acertada combinación de sabores y texturas. Huy, qué cursi me he puesto.

Vamos allá:

Ingredientes para el bizcocho

  • 300 g de huevos a temperatura ambiente
  • 150 g de azúcar
  • 150 g de harina normal
  • 10 g de levadura o impulsor químico

Ingredientes para las tres leches

  • 200 ml de leche condensada
  • 200 ml de leche evaporada
  • 100 ml de leche entera Priégola
  • 1 cdta. de extracto o de pasta de vainilla

Ingredientes para el acabado

  • 200 g de nata líquida Priégola
  • 3 cdas. de azúcar glas
  • Canela en polvo

Elaboración

  1. En primer lugar preparamos el bizcocho genovés. Montamos los huevos con el azúcar hasta que la mezcla aumente de volumen y blanquee; tardan por lo menos 10 minutos.
  2. Tamizamos la harina con la levadura encima de los huevos montados y mezclamos con una espátula y movimientos suaves y envolventes.
  3. Vertemos la mezcla en un molde cuadrado o rectangular no desmontable (el bizcocho lo empaparemos luego, así que el molde debe ser hermético), bien engrasado y enharinado, o forrado con papel de hornear.
  4. Cocemos el bizcocho 25-30 minutos en el horno a 180°.
  5. Sacamos del horno y dejamos enfriar sin desmoldar, ojo.
  6. Mezclamos las tres leches con la vainilla, batiendo. Cuando el bizcocho esté frío, templamos la mezcla y lo empapamos con ella, como si fuera una torrija.
  7. Para adornar, montamos la nata hasta que esté bastante firme y le añadimos el azúcar glas sin dejar de batir.
  8. Distribuimos la nata por encima del pastel en una capa lisa o haciendo dibujos con una manga pastelera, como más nos guste. Adornamos con algo de canela.
  9. Conservamos en el frigorífico, pues lleva leche fresca.


Bizcocho Bica Blanca de Laza con nata Priégola

Bizcocho Bica Blanca de Laza

Receta de Miriam García

La bica es un bizcocho típico de la provincia de Orense. Tradicionalmente se han disputado su autoría las localidades de Puebla de Trives y Castro Caldelas.

Esta bica llamada blanca es típica del pueblo orensano de Laza y se denomina así porque se elabora con claras de huevo, sin yemas, por lo que tiene un color más claro. Además lleva una buena cantidad de nata, lo que contribuye también a la blancura.

Las bicas son característicamente no demasiado esponjosas, pero sí muy tiernas y jugosas, se presentan siempre en forma rectangular, horneadas sobre un papel y con una costra superior quebradiza que se debe a que se espolvorean con azúcar antes de entrar al horno. Es habitual cortarlas en forma cuadrada para comerlas. Como veis, la bica es todo un ritual. Un ritual sabrosísimo.

Ingredientes

  • 9 claras de huevo
  • 375 g de harina normal
  • 375 ml de nata fresca Priégola
  • 490 g de azúcar
  • canela molida para la superficie.

Elaboración

  1. Calentamos el horno a 180° (sin aire) / 200° (con aire). Deberá estar a la temperatura indicada cuando acabemos de elaborar la masa.
  2. Separamos las claras de las yemas y las ponemos en un bol o en el vaso de una batidora. Pesamos y tamizamos la harina. Reservamos.
  3. Montamos las claras en un robot o con varillas eléctricas con un pizco de sal. Cuando empiecen a estar claramente espumosas empezamos a añadir el azúcar poco a poco, hasta obtener un merengue duro. Por lo menos serán 15 minutos de batido a máxima velocidad. El merengue estará listo cuando al coger una porción entre los dedos y frotar entre el índice y el pulgar no se aprecie el granillo del azúcar.
  4. Una vez bien duro el merengue paramos el robot o las varillas y añadimos la harina. Mezclamos con una espátula, con movimientos envolventes de arriba abajo para que se integre bien.
  5. A continuación, montamos la nata, pero no debe quedarse dura del todo, es preferible que quede un poco fluida para poderla incorporar con mayor facilidad. Mezclamos con la masa de merengue y harina con suavidad, con movimientos envolventes.
  6. Forramos un molde cuadrado o rectangular de un máximo de 24×30 cm con papel de hornear, dejando el sobrante colgando por fuera del molde. Vertemos la masa y la alisamos con una espátula. Espolvoreamos algo más de azúcar y canela por encima.
  7. Cocemos en el horno unos 35 minutos, en un nivel bajo. Pinchamos con una brocheta para ver si está cocida la bica por dentro y la sacamos del horno. Cuando se haya enfriado ligeramente la sacamos del molde ayudándonos del papel y la colocamos con cuidado sobre una rejilla hasta que se enfríe por completo.


Receta de "Creme Brulée"

Receta de "Creme Brulée"

por Miriam García

La crème brûlée, que significa literalmente crema quemada, es un postre francés muy golosón, una especie de natillas aún más contundentes que el postre español porque lleva una parte de nata. Con una buena nata, una buena leche, azúcar y yemas de huevo el resultado no puede ser sino magnífico.

Y la crème brûlée no es nada difícil de preparar; no hay más que cuajar la mezcla al baño maría en el horno, siempre con cuidado de no pasarnos de calor porque la crema se podría cortar.

Ingredientes para unos 8 tarros

  • 350 g de nata líquida
  • 150 g de leche entera
  • 75 g de azúcar
  • 1 pellizco de sal
  • 1 palo de canela
  • 100 g de yemas (serán unas 6 yemas)
  • 1 cda. de azúcar adicional por cada ramekin de crema, para caramelizar la superficie

Elaboración

  1. Ponemos en un cazo la leche con la nata y el azúcar, y añadimos el palo de canela. Calentamos hasta la ebullición y apagamos el fuego. Tapamos el cazo y dejamos que se enfríe para que se aromatice con la canela.
  2. Retiramos el palo de canela de la mezcla del cazo y agregamos la sal y las yemas de huevo batidas. Mezclamos bien hasta tener una crema homogénea.
  3. Distribuimos la mezcla en 6 ramequins como los de las fotos o en cazuelitas de barro como las que se usan para la crema catalana.
  4. Preparamos una fuente o bandeja de borde alto donde quepan los ramequins y que se pueda llenar con un dedo de agua para cocer la crème brûlée al baño maría en el horno.
  5. Calentamos el horno a 145° y ponemos dentro la bandeja o fuente. Calentamos agua en el fuego hasta que hierva. Entonces colocamos los recipientes con la crème brûlée en la fuente del horno y vertemos a su alrededor el agua hirviendo, con cuidado de que no salpique al contenido.
  6. Cocemos la crema en el horno por lo menos 35 minutos, hasta que al sacudir los recipientes se mueva el centro de la crema solo ligeramente. Sacamos los ramequins para que se enfríe la crème brûlée y acabe de cuajar.
  7. Justo antes de servir espolvoreamos cada recipiente con una capa de azúcar de cierto grosor y la caramelizamos con un soplete de cocina. Nunca se debe caramelizar con antelación, pues la capa de caramelo que se forma tiende a absorber humedad de la crema con el tiempo y acaba por ablandarse en lugar de mantener el toque crujiente que es propio de las cremas quemadas.


Receta de una buena "Leche Frita"

Receta de una buena "Leche Frita"

por Miriam García

Pocas cosas más ricas se pueden hacer con la leche que una buena leche frita. El origen de la leche frita es bastante incierto, aunque es fácil encontrarla en los recetarios antiguos del norte de la península: Castilla-León, Galicia y Santander, por poner algún ejemplo. Y como es habitual con los platos tradicionales, no pocos afirman con certeza absoluta que la que hace su madre o su abuela es la mejor del mundo. Un clásico.

La leche frita es una pasta sólida que se prepara con leche, harina y azúcar, aromatizada normalmente con canela, que se corta en porciones, se reboza y se fríe. A mí me recuerda sin duda a la elaboración de las croquetas, con las que tiene muchos puntos en común. El resultado es un bocado tan cremoso que casi parece de crema pastelera.

Como todos los postres tradicionales, tiene multitud de variantes, entre otros factores, unas fórmulas llevan yema de huevo para ayudar a cuajar la pasta y otras no, más valientes. En la presente receta sigo la fórmula sin yemas del maestro Martín Berasategui. Menudo postín, ¿no?

Ingredientes

  • 1 litro de leche entera Priégola
  • 200 g de azúcar
  • 1 palo de canela
  • 50 g de harina corriente
  • 50 g de Maizena
  • aceite de oliva suave
  • 2 huevos
  • harina adicional para el rebozado
  • azúcar y canela molida adicionales para espolvorear.

Elaboración

  1. Tomamos un cuarto del litro de leche y desleímos las harinas en él. Reservamos.
  2. Ponemos el resto de la leche con el azúcar y el palo de canela a hervir. Lo hervimos a fuego muy bajo un par de minutos, tapamos y dejamos infusionar un rato para que la canela aromatice bien la leche.
  3. Retiramos el palo de canela y agregamos al cazo la papilla de harinas. Llevamos de nuevo al fuego y cocemos por lo menos 10 minutos, sin parar de remover con cuchara de madera porque tiende a pegarse en el fondo. La mezcla debe quedar bastante espesa, para que una vez fría se pueda cortar cómodamente. No debe llegar a despegarse de las paredes del cazo, como ocurre con una masa para croquetas, pero casi, casi.
  4. Cuando esté lista la crema la retiramos del fuego y la vertemos en alguna fuente llana y lisa, con paredes más o menos rectas, que habremos untado previamente con un poco de aceite para poder despegar bien la crema. Dejamos enfriar por completo con un plástico por encima, para que no se reseque.
  5. Una vez que la crema esté fría la cortamos en cuadrados no muy grandes. Los rebozamos primero en harina y luego en huevo batido. Los freímos a fuego medio en una sartén pequeña o un cazo, con abundante aceite suave, que los cubra por lo menos hasta la mitad. Freímos los cuadrados de leche frita por ambas caras y los pasamos a una fuente con papel de cocina, para que absorba algo de la grasa.
  6. Servimos la leche frita con azúcar y canela molida para espolvorearla. Está muy rica recién hecha, pero aguanta bien y se puede tomar fría perfectamente. En cualquier caso, siempre es posible darle un golpecillo de horno si queremos tomarla templada.


Arroz con leche Priégola

Arroz con leche Priégola

por Miriam García

El arroz con leche es uno de esos postres tradicionales que todos conocemos alguien que lo borda. Y ese alguien suele ser una madre o una abuela, ¿no es así? Los primeros sabores que probamos forman parte de nosotros y por ello no somos muy objetivos al valorarlos, al fin y al cabo los conocimos y nos acostumbramos a ellos cuando no teníamos mucho con qué comparar.

Y el arroz con leche, como todo postre añejo, puede ser objeto de grandes controversias y trifulcas: que si tiene que quedar más o menos espeso, que si tiene que llevar tal o cual aromatizante, etc. Hay a quien le gusta caldoso y a quien le gusta casi sólido, como el que he preparado, y luego está el arroz con leche asturiano, que se cuece tanto tiempo que queda como una crema, con los granos de arroz prácticamente deshechos.

Os tengo que contar un secreto: a mí no me gusta nada el arroz con leche. Más bien lo odio y mira que soy (o era) golosa. Pero lo preparo de tanto en tanto porque a mi cónyuge le encanta, es de los dulces que más le gustan. Así que venzo mi prevención para hacérselo a él. Si es que soy una joyita…

Ingredientes

  • 1,2 litros de leche entera
  • 100 g de arroz de grano redondo
  • 200 g de azúcar
  • 200 ml de agua
  • 1 palo de canela.

Elaboración

  1. Ponemos el agua a hervir en una cazuela y agregamos el arroz cuando rompa el hervor. Lo que conseguimos con esto es reventar los granos de arroz y que liberen mejor el almidón y que absorban más la leche. Cuando el arroz haya absorbido casi toda el agua lo retiramos del fuego y lo escurrimos un poco si fuera necesario.
  2. Pasamos el arroz a otra cazuela con la leche, que tendrá que estar ya en ebullición, junto con el palo de canela. Hay quien también le añade peladura de limón para aromatizar.
  3. Cocemos el arroz en la leche a fuego bajo entre 45 minutos y 1 hora, dependerá del tipo de arroz, hasta que los granos estén perfectamente blanditos y la leche esté espesa. Tendremos que vigilar que no se pegue, removiendo con cuchara de madera de vez en cuando.
  4. Cuando el arroz esté listo añadimos el azúcar, siempre al final para que no se pegue más. Si parece muy espeso agregaremos algo de leche; hay que tener siempre en cuenta que espesa mucho al enfriarse.
  5. Retiramos los aromatizantes y vertemos el arroz con leche en un recipiente grande y llano para que se enfríe antes. Es incluso aconsejable dejarlo reposar toda una noche, para que los sabores se asienten.
  6. Cuando esté frío servimos en cuencos individuales con un espolvoreo de canela molida.


Queso fresco casero con leche entera Priégola

Queso fresco casero con leche entera Priégola

por Miriam García

El queso fresco es mucho más fácil de hacer de lo que puedas pensar si nunca te has puesto a ello.

Porque el queso no es más que leche cortada, la coagulación de la leche provocada de una manera determinada, lo que produce una masa sólida que se separa del suero, compuesta sobre todo por proteínas (caseína) y grasa.

Esta masa coagulada la escurrimos en una estameña para eliminar todo el suero que sea posible y ya tenemos el queso. Y existen dos formas de coagular la leche: añadiendo un ácido como el zumo de limón o añadiendo cuajo animal o vegetal.

Si queremos que el queso madure mínimamente le añadimos también algo de yogur, pues las bacterias del yogur producen otras transformaciones que contribuyen a dar sabor.

Y ¿qué es la maduración? Nos dice el señor Harold McGee:

La maduración es la fase en la que los microbios y las enzimas de la leche transforman la cuajada salada en un delicioso queso. […] Por lo menos durante 200 años ha significado también llevar el queso hasta el punto en que su sabor y textura son mejores. Los quesos tienen vida: empiezan siendo jóvenes y blandos, maduran hasta la plenitud de carácter y, con el tiempo, decaen hacia la aspereza y la dureza.

En esta receta no hacemos queso madurado en realidad, pero el saber no ocupa lugar y ayuda a distinguir la diferencia entre un queso fresco como el que vamos a hacer, que consumiremos en unos pocos días, y un queso madurado.

Vamos con la receta.

Ingredientes

  • 2 litros de leche entera Priégola
  • 1 yogurt natural sin endulzar
  • El zumo de 1 limón
  • 1 cda. de sal

Elaboración

  1. Exprimimos el zumo del limón y reservamos.
  2. Ponemos en un cazo o similar toda la leche y la calentamos suavemente hasta alcanzar más o menos 40°. Entonces le añadimos el yogur y la sal.
  3. Removemos para integrarlos y agregamos el zumo de limón. Volvemos a homogeneizar y tapamos. Envolvemos el cazo con un paño y lo dejamos sobre la encimera para intentar mantener el calor por lo menos durante una o dos horas para que se produzca la coagulación correctamente.
  4. Al cabo de ese tiempo comprobamos que la leche esté coagulada y más o menos separada. Si no es así, la dejaremos un poco más.
  5. Ponemos una tela o estameña sobre un colador y un bol grande para recoger el suero y volcamos el contenido del cazo.
  6. Cuando esté a temperatura ambiente, tapamos con un plástico, metemos todo el conjunto en la nevera y lo dejamos toda una noche que suelte todo su suero.
  7. Obtendremos un queso un poco cremoso. Si lo queremos más seco, para poderlo cortar, le tendríamos que poner un poco de peso para quitarle aún más suero.
  8. Al día siguiente pasamos el queso a un recipiente y lo metemos en la nevera para conservarlo durante 3 o 4 días. Lo podemos usar como cualquier queso fresco, con un poco de azúcar con fruta fresca, por ejemplo, o sobre una buena rebanada de pan.


Helado de Vainilla Clásico

Helado de Vainilla Clásico

por Miriam García

¿Os gusta el helado de vainilla? Pasan los años y este sabor de helado sigue siendo uno de nuestros favoritos, ¿verdad? Para mí es uno de los helados con un sabor más puro, que si usamos una vainilla de calidad para aromatizarlo obtendremos un postre delicioso… ñam. Y el resultado de hacer helado en casa con ingredientes de buena calidad es fantástico, os lo recomiendo muy mucho.

Además la base de helado que se utiliza en el helado de vainilla es la misma que nos sirve para preparar casi cualquier otro sabor: la receta básica del helado consiste en unas natillas claritas o crema inglesa, es decir, un cuajado de leche entera, yemas y azúcar, básicamente, que en el caso del helado de vainilla aromatizamos con vainilla. Una vez obtenida la crema la mezclamos con una buena nata y cuando la tenemos bien refrigerada la congelamos. Vamos con ello.

Ingredientes

  • 320 ml de leche entera Priégola
  • 4 yemas de huevos medianos
  • 130 g de azúcar
  • 1 vaina de vainilla (solo las semillas del interior) o 2 cdtas. de extracto de vainilla o 2 cdtas. de pasta de vainilla
  • 1 pellizco de sal
  • 400 ml de nata Priégola (mínimo 35% grasa)

Elaboración

  1. Empezamos por preparar la crema inglesa o cuajado que será la base de nuestro helado. En un cazo ponemos las yemas (guardaremos las claras en el congelador para otro uso), la leche, el azúcar y la vainilla.
  2. Calentamos a fuego suave sin dejar de remover con varillas o cuchara de madera. Si tenemos un termómetro nos vendrá muy bien, la cosa empieza a cuajar a partir de los 70°-75°, aunque no es imprescindible. La mezcla al principio hace un poco de espumilla en la superficie que empieza a desaparecer en cuanto comienza a cuajar. Ojo con pasarse, que se nos puede cortar, es mejor retirar el cazo del fuego un instante para cerciorarse de que va cuajando.
  3. Apagamos el fuego y agregamos la nata fría al cazo. Dejamos enfriar por completo y entonces metemos la base del helado en la nevera, preferiblemente toda una noche para que se asienten los sabores.
  4. Al día siguiente mantecamos la mezcla si tenemos heladera, batiéndola en la máquina entre 10 y 15 minutos (una heladera decente no debe tardar más de esto en mantecar el helado). Después metemos el helado en un recipiente hermético y lo dejamos otro par de horas en el congelador, para que acabe de ponerse firme.
  5. Si no tenemos heladera congelaremos el helado del modo tradicional, metiendo la base en el congelador en un recipiente hermético y sacándola para batirla cada hora con una batidora eléctrica, tantas veces como sea necesario hasta que esté firme el helado.